viernes, 17 de agosto de 2018

PROLODO AL LIBRO DE GOMEZ OREA : ORDENACION DEL TERRITORIO



                             NOSOTROS Y LO DEMÁS


                        Desde hace un tiempo alejado de la práctica en temas medioambientales la propuesta de Domingo Gómez Orea a que escribiera el prólogo de su nuevo libro ha sido una manifestación mas de la oscilante amistad que desde hace años hemos mantenido y que ha ido desde momentos intensos, casi conspiratorios, hasta prolongados silencios afectivos. Su deseo que prologara este libro me ha demostrado que silencio puede ser lo opuesto al olvido.
                      Creo que una  de las razones de su propuesta fue el saber que no coincidimos en muchas de nuestras ideas. Ambos sabemos que nadie tiene las mismas ideas que otro, al menos entre aquellos que tienen lo que se ha llamado como” ideas propias. Cada uno, a nuestra manera hemos sido capaces de destilar y espumar de lo que recibimos aquello que ha sido objeto de nuestro interés, dándole nuestra propia forma.
                       Cada cual tiene o debería tener sus ideas “propias”ya que esta es la única forma que tenemos de “encontrarnos”, de darnos cuenta que contamos con alguien con el que deberemos pasar el resto de nuestra vida, y esto, en el lugar y época que nos ha tocado vivir.
                        Este” encontrarse”, como hallazgo obligatorio, es lo que marca desde el inicio la relación tan peculiar que el hombre ha mantenido con la naturaleza y que lo ha separado del resto de de las demás especies. Para estas, es su entorno quien dicta las normas de comportamiento y los individuos están supeditados al de  la especie, de tal forma que sus modos de vida son mecánicos y predecibles. La supervivencia de una especie depende exclusivamente de las reglas de su entorno, cualquier desavenencia la condena a su desaparición. La especie se adapta porque su fin es la supervivencia.
                         El hombre, desde su aparición, ha manifestado una oposición constante a adaptarse a las reglas que la naturaleza le marca, lo que nos debería al menos alertar sobre que su fin principal no debe ser la mera subsistencia de su especie, ya que de ser así su comportamiento hubiera sido similar al resto de los animales. Su peculiaridad radica en que el hombre , además de nacer en un mundo ajeno en el que tiene que subsistir se percata que se “encuentra”con su propia realidad y que esta realidad está “por hacer”, que es incompleto y se lanza a la incierta y colosal tarea de hacerse, de “ser”como objetivo final de sus esfuerzos.
                          La primera decisión del hombre como tal es la de sentirse extraño al mundo que ha recibido, que le ha sido impuesto y que ha su vez le impone unas reglas de hierro que o las acepta o desaparece. Su reacción es la de aceptar el reto que se le impone e inicia  la lucha con su entorno: en primer lugar lo observa, y descubre que existen secuencias periódicas que puede utilizarlas a su favor controlándolas. Es el comienzo de la agricultura y de la actualmente llamada “Ordenación del territorio”,por lo que podríamos decir que la ordenación del territorio consiste en dejar en la naturaleza la impronta de la acción del hombre ,en cierta forma  “humanizarla” ya que con el conocimiento de su comportamiento la transforma en algo “propio” algo que  puede controlar y dominar. En esta tarea de transformar la naturaleza se afana hasta  lograr una forma de proceder tan sumamente eficaz  como la ciencia y su derivada, la técnica, que las aplica  sistemáticamente en todos los ámbitos de su entorno.
                                                       Paralelamente, como consecuencia inmediata de su extrañamiento de la naturaleza, el hombre necesita construir un mundo propio, afín, que le permita encarar en mejores condiciones la inmensa lucha por ir desarrollándose como propiamente humano. Nace un nuevo territorio, una nueva naturaleza, nace lo social, lo urbano, lo civilizado.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Pero ¿cuál es el fin último de todos estos esfuerzos descomunales?.Digámoslo sin mas demora. El fin hacia el que el hombre dirige todos sus esfuerzos es el de ir haciéndose. Esta es nuestra tarea final: ser .
                              A diferencia del resto de los seres vivos, cuyo fin parece ser el mantenimiento de la  especie y para ello está perfectamente constituido, el hombre tiene un plus mas de actividad pues siente que ha sido hecho incompleto y que su vivir consiste precisamente en eso, en lograr hacerse, vuelvo a decirlo, en ser. 
                               Sin entrar en análisis mas pormenorizados, creo que podemos contestar con cierta seguridad  si nos preguntan que es un caballo o un roble, pero ¿ sa-
bríamos hacerlo si la pregunta se refiriese a que es el hombre?.
                                En fin, nuestra ocupación primordial y final consiste en ir perfeccionando y afinando la herramienta que somos nosotros mismos para conseguir ser capaces de discernir entre las diferentes alternativas que nuestro entorno bipolar nos ofrece y ser capaces de decidir entre ellas aquellas que nos van haciendo mas humanos. Como hemos dicho antes, ocupación ardua y además incierta pues eso que hemos llamado humano solo lo sabemos afirmar cuando lo hemos encontrado y siempre que lo hemos hecho nos hemos dado cuenta que únicamente era un peldaño de una escalera que parece no tener fin.
                                 El problema del medio ambiente nace como choque de esos dos mundos bipolares entre los que nos encontramos: el natural y el construido.
                                  Creo que el mayor error que hemos cometido en  hacer un mundo diferente del natural ha sido que hemos caído en la imitación, hemos hecho una segunda naturaleza y por lo tanto también ahora nos sentimos extraños. Las ciudades son tan agresivas como los inviernos y las normas son tan implacables como las de la naturaleza;  una vez más lo importante es el sistema y el individuo debe ser inmolado en su honor. En su desarrollo hemos traicionado conceptos fundamentales, se cambia el concepto de verdad por los de utilidad y eficacia aduciendo que lo que fue verdad en un tiempo dejó de serlo en otro, llegando a defender que lo que da validez a una teoría es que “funcione” y que como cualquier otra herramienta es buena unas veces y mala otras tantas. El concepto de utilidad se hace predominante y se menosprecia cualquier otra clase de crítica tachándola despectivamente de “metafísica”.
                                    Las teorías científicas fueron ideadas por individuos que amaban la contemplación y la idea de verdad, de esta idea que cada uno debe ir buscando permanentemente para ir haciéndose. Por eso cambia el “contenido” de cada verdad, por eso abandonamos uno y lo sustituimos por otro, porque esperamos que esta nueva verdad nos permita avanzar en el trabajo de hacernos. Los adeptos a los conceptos de utilidad y eficacia han sido incapaces de tener otra idea de la ciencia y del pensamiento que aquella que les permite aumentar sus ansias de poder. El pragmatismo trata a ambos mundos como un producto más y olvida que nuestras relaciones con ambos mundos están encaminadas a impulsar nuestras ansias de perfección personal.
                                     Obsesionados y débiles con su única idea de utilidad ni admite la crítica ni el libre examen porque su poder enflaquecería y apelan a criterios de autoridad autoproclamada traicionando a lo más noble de la ciencia; la revisión y crítica permanentes de sus enunciados y consecuencias.¿Estarían nuestros prohombres dispuestos a comprometerse como Einstein, que si un solo experimento contradecía su teoría  ,esta seria falsa y por lo tanto abandonada?. La ciencia no es partidaria de imposiciones de autoridad.
                                     El modo en que opera esta segunda naturaleza que hemos desarrollado con su premisa que hay que competir y que el mas fuerte es el que prevalece es una pésima imitación al sistema de funcionamiento de aquella de la que nos sentimos extraños y abandonamos y donde el individuo estaba sometido a la especie y esta al entorno. Por mi parte todavía creo que el hombre debe ser dueño de su destino.

                                En su día definí el medio ambiente como aquello con lo que tenemos que “estar”,entendiendo el “estar” en su forma funcional de atribuir al sujeto una manera circunstancial de vivir .Pero vivir es “hacerse”,decidir lo que nos va a hacer mas humanos para ir avanzando en nuestro fin último: ser. Por esto creo firmemente en que lo que tiene mas valor de nuestra vida esté en los estratos mas bajos de la sociedad ,en los problemas individuales, en la lucha personal por saber ir decidiendo cada día en
   cada situación .
                                      Spinoza, que vivió de acuerdo a sus recomendaciones y pensamientos filosóficos aconsejaba a los hombres que vivieran los acontecimientos pasajeros “bajo el aspecto de la eternidad”.Aquel que piensa y ha logrado tener ideas propias y lo hace en su época , sentirá que no puede lograr ser una buena persona mientras haya alguien desgraciado.
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